“Año bisiesto, año siniestro”. “Año bisiesto, pocos huevos en el cesto”. Hay muchos refranes sobre febrero en general, y sobre los febreros bisiestos en particular. Cada cuatro años, la mayor parte de los seres humanos sumamos en nuestro calendario un día más al segundo mes del año. Y, como vemos, algunos dichos populares aún mantienen la tradición de considerar los 29 de febrero como épocas poco afortunadas. Esta tradición, igual que la existencia de los años bisiestos, proviene de la Antigua Roma.

Si bien fue el Papa Gregorio XIII el que instauró el almanaque por el que nos regimos en la actualidad, el calendario gregoriano, hace miles de años que las sociedades llevan diseñando diversos métodos para medir el tiempo. Pero, ¿quién inventó los años bisiestos? ¿Por qué se eligió el mes de febrero? ¿Qué significa “año bisiesto” exactamente? ¿Es 2023 un mes bisiesto? ¿Tendrá febrero 29 días este año?

La razón por la que existen los años bisiestos tiene varias explicaciones, históricas y científicas.

Pero antes de contártelo todo, si te interesan estos temas, pásate por nuestro artículo del calendario astronómico 2023 para saber qué eclipses y lluvias de estrellas habrá este año, descubre cuántos planetas, estrellas y galaxias hay en el universo o aprende cómo ver las constelaciones del cielo.

¿Qué es un año bisiesto?

Aún a riesgo de caer en obviedades, vamos a empezar por el principio: ¿qué significa que un año sea bisiesto? La pregunta puede parecer de perogrullo, pero en realidad no lo debe de ser tanto, puesto que son muchas las personas que se lo preguntan a Google. Así que ahí va la respuesta: un año bisiesto es aquel que tiene un día más, es decir, 366 días en lugar de 365. Y ese día extra se añade siempre en el mes de febrero, que ese año consta de 29 días en lugar de 28, ahora te contamos por qué.

¿Por qué hay años bisiestos?

Para los seres humanos, igual que para cualquier otro animal, el tiempo se mide a través de los cambios observables en la naturaleza: la salida y la puesta de sol, el paso de las estaciones… Las civilizaciones humanas más sofisticadas se dieron cuenta –hace ya miles de años– de que la Tierra completa su órbita alrededor del Sol cada 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos; es decir, cada 365,242 días. Esto es lo que conocemos como ‘año astronómico’.

Pero, ¿cómo se miden 0,242 días? Hace más de dos mil años, la sociedad romana fue la primera en idear una solución para ese desajuste. Inspirado en anteriores sabios egipcios y griegos, en el año 46 a.C. el astrónomo Sosígenes asesoró a Julio César para elaborar el calendario juliano. Teniendo en cuenta de que los decimales sobrantes sumaban casi un cuarto de día al año, se introdujo un día adicional cada cuatro años.

El problema estaba, aparentemente, solucionado. Pero las matemáticas hicieron efecto: el adelanto no es de un cuarto de día (0,25) sino que es sensiblemente menor (0,242). Esto hizo que cada año que pasaba, el calendario juliano fuera 0,008 días por delante de la naturaleza.

Tras siglos de irse acumulando este error, en el siglo XVI el adelanto ya era de diez días. Había que dar con alguna solución.

¿Por qué los años bisiestos son cada cuatro años?

Aquí entra en juego el calendario gregoriano. Fue el mencionado Papa Gregorio XIII quien determinó la eliminación de ciertos años bisiestos, lo que evitaba este error acumulativo. Así, el día adicional se agregaría solo a los años de comienzo de siglo que son divisibles por 400. Por ejemplo, el año 2000 fue bisiesto, pero el 2100 no lo será, como tampoco lo fueron los años 1700, 1800 y 1900.

El calendario gregoriano, en honor a este papa, se introdujo en 1582 y quedó establecido desde entonces, manteniéndose hasta la actualidad.

¿Por qué es febrero el mes bisiesto?

Y, ¿por qué el mes elegido debía ser febrero? ¿Hay alguna razón por la que, además, sea el mes más corto del año? El motivo tiene que ver de nuevo con la naturaleza, pero sobre todo con la superstición romana.

Los meses están ideados ajustándose al calendario lunar, y también en torno a las estaciones de siembra y cosecha. Para los romanos, el año comenzaba el uno de marzo. Los dos meses previos, más fríos y estériles, apenas eran importantes para la agricultura.

En la sociedad romana, los números pares eran un símbolo de mala suerte. Fue el emperador Numa Pompilio quien decidió deshacerse de todos los meses de 30 días restándoles una jornada, hasta obtener 29.

Pero las cuentas no salían, así que tuvo que dejar al menos un mes con un número par de días; en este caso, 28. Febrero fue el elegido, por considerarse un mes de poca importancia y en el que además eran frecuentes los rituales funerarios.

Así quedó establecido febrero como el mes con el día bisiesto, del latín bis sextum o ‘dos veces sexto’. Por entonces, el día extra se agregaba a continuación del 23 de febrero. Esto lo convertía en el sexto día ‘bis’ antes del primero de marzo.

Modificaciones posteriores han dejado todos los meses de nuestro calendario con 30 o 31 días, excepto el mes de febrero, cuya corta longitud se ha mantenido debido a la tradición, pero especialmente a la comodidad.

¿Cuándo es el próximo año bisiesto?

¿Es 2023 un año bisiesto? Teniendo en cuenta la compleja historia de los años bisiestos, para responder a esta pregunta basta con hacer algunos cálculos sencillos. El último año bisiesto tuvo lugar en 2020, el año de la pandemia (algo que, curiosamente, confirma la famosa superstición romana). Esto sitúa el 2024 como el siguiente año bisiesto, que además es divisible exactamente por cuatro. Al no tratarse de un año centenario, no es necesario que sea divisible por 400, por lo que podemos decir tranquilamente que el 2024 será el próximo año bisiesto.

Como curiosidad, el Titanic se hundió un año bisiesto, en 1912. Sin embargo, Benjamin Franklin demostró que los rayos eran un fenómeno eléctrico en otro año bisiesto (1752), siendo este uno de los avances científicos más importantes de nuestra historia reciente.

Aunque nos adviertan de que “año bisiesto, año siniestro”, no retrasemos nuestros planes para el año 2024. Dejemos la superstición en la época romana.