Hay atorrantes y atorrantes… hay tantos como la interpretación que cada uno le da a la palabra en función del contexto en el que la emplee. Se la puede usar como una expresión cariñosa, como un insulto, como un llamado de atención. Tal vez la multiplicidad de sentidos que se le da a la palabra atorrante, se explique en la multiplicidad de versiones que existen sobre su origen.
En Argentina atorrante o atorranta surge del lunfardo, para describir a una persona que duerme o descansa en cualquier lugar. Esa definición se expandió al resto de la región. Una leyenda urbana muy difundida para explicar de dónde surgió el nombre, nos ubica en la década de 1860 cuando se hicieron trabajos de entubamiento de aguas corrientes en Buenos Aires. Sobre la costanera se instalaron enormes caños de desagües pluviales donde dormían los sin techo. Dicen que los tubos metálicos llevaban la inscripción del fabricante: “A. Torrant” o “A. Torrans”. Por éste motivo, los porteños de la época empezaron a llamar a los vagabundos “atorrantes”.
La otra versión, muy parecida, y también incomprobable asegura que no era el nombre de un constructor el que aparecía en los caños franceses, sino la palabra “Torrent” que en ese idioma hace referencia a los torrentes que contenían los tubos subterráneos. Se sumaban a los vagabundos, los mal pagos trabajadores golondrinas llegados de diferentes partes del país para realizar las obras, que también usaban para descansar y pasar la noche.
Escúchame atorrante, vos sabes que en el Río de la Plata no nos vamos a dormir, nos vamos a “torrar”. O no? Dormilón.
Pero despertate, porque hay más versiones. En latín torrere significa tostar. Y en algunos países vecinos al nuestro, como Uruguay, dicen que los viejos almaceneros le pagaban monedas a los vagos para que torraran el café que vendían.
La palabra tórrido significa muy caluroso, ardiente. En diferentes regiones de España describen al verano como atorrante. Es curioso, porque la Real Academia Española define al término atorrante como: vago, holgazán, desfachatado, desvergonzado, vagabundo sin domicilio fijo. Se asemeja más al significado rioplatense que al europeo.
Existen otras hipótesis sobre el origen de la palabra atorrante. El periodista e historiador Daniel Balmaceda asegura que “atorrar” proviene de las Islas Canarias, y quiere decir quedarse quieto, calmo, sin moverse.
Saben quién era un atorrante? Hijitus. El dibujante y caricaturista Manuel García Ferré representó a un nene harapiento, con un enorme sombrero desfondado, que caminaba feliz por las calles tirando de una latitas vacías. Hijitus era pobre, un vagabundo que tenía como casa un caño y como amigo incondicional a su perro Pichichus. Hijitus era un atorrante de buen corazón que se convertía en super héroe para hacer justicia.
Cuantos pequeños atorrantes como Hijitus andan por las calles, jugando a ser super héroes para escapar de la pobreza… la pobreza material, y la pobreza antipática de quienes los miran sin observar y siguen de largo, comportándose también como atorrantes, vagos, holgazanes que están en la suya y se van a dormir a los caños de la indiferencia.
Hay atorrantes y atorrantes… hay tantos como la interpretación que cada uno le da a la palabra en función del contexto en el que la emplee. Se la puede usar como una expresión cariñosa, como un insulto, como un llamado de atención.
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