Frente a las costas de Quilmes entre el 29 y el 30 de julio de 1826, el Almirante Guillermo Brown enfrentó a las fuerzas navales del imperio del Brasil. 152 años después, en homenaje a esa batalla, el 29 de julio de 1978 se inauguró en la Ribera el paseo “Combate Naval de Quilmes”.
La Armada Argentina donó un ancla para embellecer el circuito. Se trataba de una antigua pieza que se instaló en el punto donde se supone que, siguiendo una línea recta imaginaría aguas adentro por aproximadamente 400 metros, se produjo el combate.
A la inauguración fue Emilio Massera, comandante en jefe de la Armada, quien se presentó orgulloso ante el ancla que había sido trasladada desde la ESMA, y que lucía las iniciales A.R.A. (Armada de la República Argentina). Lo que llamó la atención, fue el grabado sobre el relieve de los extremos del ancla.
Dos cruces esvásticas se dejaban ver y tocar. Pero lo curioso, es que el símbolo con el que se identificó el nazismo, está acompañado por palabras escritas en inglés y no en alemán. Una dice “ancla” y la otra “Southerland.” Algunos creen que durante la segunda guerra mundial, los barcos nazis que atacaban a las embarcaciones aliadas, se llevaban algunos elementos, entre ellos sus anclas, y grababan la esvástica.
Según el historiador local Jorge Márquez, ni él ni otros investigadores pudieron determinar a qué barco perteneció el ancla. Aunque Marquez intuye, que por la disposición del grabado de la cruz, podría tener vínculos con una embarcación que usó el milenario símbolo, que en culturas orientales está asociado a la buena fortuna. Esvástica en sánscrito, significa “bienestar”.
Los primeros aventureros occidentales que llegaron a Asia, conocieron su significado y llevaron el símbolo a Europa. Para finales del siglo 19 y comienzos del 20 la esvástica se gravaba hasta en vehículos militares, entre ellos las embarcaciones británicas, por lo que tranquilamente el ancla podría haber sido de una antigua nave inglesa.
Todo cambió con la llegada del nazismo. Quienes vivimos de éste lado del mundo, al ver la esvástica inmediatamente la asociamos con el mal… ese mal que tiñe al ancla de Quilmes.
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