La ciudad vieja de Edimburgo, en Escocia, se levantó sobre la piedra de un volcán extinto, en cuya cima reina el castillo de finales del siglo XII. La calle principal es la Royal Mile, y a lo largo de su extensa pendiente el caminante atraviesa un mundo medieval, rodeado de leyendas y misterios.

Dicen que en una cafetería de Edimburgo J. K. Rowling comenzó a escribir Harry Potter, inspirada por el entorno de la ciudad donde vivió en los años 90. No fue la primera en crear historias fantásticas gracias a su imaginación estimulada por un escenario mágico. Robert Louis Stevenson, el escritor más famoso que ha dado Edimburgo, publicó en 1886 “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, esa novela que tiene como protagonista a un hombre atormentado, que lucha contra el bien y el mal que habitan en él.

No supe, hasta llegar a la taberna del Diácono Brodie sobre la Royal Mile, que Stevenson había tomado la idea de una historia real. El frente del bar exhibe dos imagines para representar al Diácono Brodie. En una aparece vestido con elegancia mostrando un manojo de llaves, mientras en la otra está con un antifaz exhibiendo una bolsa llena de monedas.

William Brodie existió. Era un ebanista y cerrajero muy respetado en la Edimburgo de mediados del siglo XVIII, pero llevaba una doble vida. Mientras por las mañanas desenvolvía su oficio en las residencias de las familias ricas, por las noches, usando las llaves que copiaba, robaba esas casas sin levantar sospechas. Un día lo descubrieron, y en 1788 lo ahorcaron, comentan, en la misma horca que un año antes él había diseñado.

En la barra de aquella taberna me contaron que la familia del novelista Stevenson, tenía en su casa un mueble fabricado por Brodie, y que el pequeño Robert escuchó por primera vez la historia del diácono, en boca de su abuelo, y el resto es historia conocida. 

El civilizado Dr. Jekyll que imaginó Stevenson, creó y tomó una pócima para arrancarse la maldad de su ser, y en lugar de eso liberó al destructivo Mr. Hyde… Cuando vayas a uno de los tantos bares, pubs o restaurantes que llevan el nombre de Brodie, cuidado con lo que tomas, no te olvides que ese señor inspiró la historia que muestra al peor enemigo que puede tener una persona: el interno.