La bicicleta viene acompañando a la humanidad más o menos desde el 1820 aproximadamente. En aquella época, a fines del siglo XIX había mujeres que ya usaban la bicicleta. Como bien se imaginarán era todo un escándalo y hasta un comportamiento de baja moral atreverse a montar un artefacto rudimentario y puramente masculino. Estas mujeres eran señaladas y hasta apedreadas, tuvieron que soportar muchas cosas, sin embargo nada las detuvo porque la bicicleta les daba la oportunidad de desplazarse de manera independiente, pero sobre todo del sentido libertad y la seguridad que experimentaban al rodar sobre ella. Fue ahí cuando se dieron cuenta de que tenía un arma, una aliada que las empoderaba. Hoy vamos a conocer la historia de Natalia Espitia, colombiana, que lidera la fundación que se llama “Niñas sin miedo”
Natalia estaba llena de inseguridades y miedos en la vida por un desgraciado episodio de violencia sexual que le tocó padecer tiempo atrás. Pero comenzaron los ataques de pánico y las fobias que la paralizaban y no la dejaban hacer nada. Un día le recomendaron que tenía que comenzar a montar una bicicleta y que todos sus problemas iban a desaparecer, y así fue. A los 27 años aprendió a andar en bicicleta. Todos los día se montaba en su bici e iba de la casa hasta su trabajo.
Parece algo sencillo, pero ya la práctica de usar la bicicleta todos los días, va generando una sensación de libertad, bien estar y nos da una seguridad, la de poder ir donde queramos por nosotros mismos..
Y así Natalia poco a poco pudo tener equilibrio, pudo despojarse del temor al acoso callejero y fue recobrando la confianza en ella y vio que en ese ejercicio la curaba.
Fue ahí donde Natalia pensó en ayudar a otras mujeres que habían atravesado situaciones similares a la de ella para poder ayudarlas a través de la bicicleta.
La idea de la fundación nació cuando a Natalia se le ocurrió emprender a nivel social y se enfocó en la “Prevención de la violencia sexual” y vio que la bicicleta era un elemento de empoderamiento para las mujeres un elemento muy valioso y también funcionaba como herramienta de educación.
Actualmente la fundación “Niñas sin miedo” trabaja en las afueras de Bogotá. Allí ofrecen a niñas una red de apoyo para las que sufren violencia de género y sobre todo una red que promueve la educación sexual en derechos sexuales y reproductivos. Sólo tiene el apoyo de empresas particulares y privados que donan a partir de 10 dólares mensuales. Trabajan 6 personas que son parte del equipo fijo y 60 voluntarios.
Tienen un programa de educación en bici, futbol yoga y un club de lectura en inglés (sólo para niñas). Actualmente están inscriptas en el curso 80 niñas.
También están en contacto con una red que trabaja en Paraguay y que se llama “Bike Lost Paraguay” para ver si en un futuro pueden hacer algo en conjunto.
El mensaje que Natalia quiere dejar para todas esas mujeres que necesitan ayuda , es que se animen, que la bicicleta les va a dar la libertad y la claridad para poder pensar mejor y que se acerquen a la fundación ninassinmiedo.org
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