El 11 de enero del 2022 se cumplirán 26 años del falleciemiento de Mauricio Borensztein (conocido como Tato Bores en el ambiente del espectáculo). En momoria del uno de los cómicos más populares de nuestro país, carismático actor, humorista y monologuista argentino. Actuó en televisión, teatro y cine. Con su humor político marcó a generaciones de argentinos. Fue apodado el Actor Cómico de la Nación e hizo reír a varias generaciones de argentinos a lo largo de su carrera de más de 50 años. Fue una de las figuras más respetadas y queridas del país. Participó en 19 películas y una infinidad de ciclos de televisión y obras teatrales. Fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 1992.
Cuando era chico en mi casa veían el programa de televisión de Tato Bores. Me aburría, no entendía el humor político de ese hombre bajito con anteojos, vestido de traje o smoking, con ese timbre de voz casi estrangulado, que hablaba acelerado y nunca se desinflaba. Eran los años 80, era my chico para entender la genialidad de sus monólogos.
Recuerdo ese mechón de pelos parado de una peluca marrón que no supe que era peluca hasta de grande, que fumaba habanos, hablaba por teléfono con alguien, mientras las carcajadas de los reidores lo acompañaban desde las tribunas del estudio. Era un humor llamativo para la época, crítico, jugado, y muchas veces delirante.
En el programa Tato Bores interactuaba con otros, entre ellos un tal Federico Manuel Peralta Ramos. Un artista absurdo cuya obra era él mismo. Una persona de la que su propia familia de clase alta llegó a creer que estaba loco y hasta lo internó en un psiquiátrico. Un hombre burgués, tataranieto de Patricio Peralta Ramos quien fundó Mar del Plata en 1874. Manuel Federico fundó Mal de Plata en 1981. Mal de Plata era una representación nacional de la crisis en la que estaba sumida la nación por el fracaso del plan económico del gobierno de facto. Federico Manuel Peralta Ramos decía que Mal de Plata era un territorio para “andar en bicicleta, comer a dieta, no hablar de tasas, pensar mucho y sufrir poco”.
El Colectivo Estrella del Oriente, filmó un documental que se llama “Federico Manuel Peralta Ramos, un Mago en Mal De Plata”. Hay una versión de 2020 hecha durante la cuarentena por la pandemia de Coronavirus que se puede ver en YouTube. Se lo escucha cantar a Federico Manuel “soy un pedazo de atmósfera”, y poco después a su amigo y también artista Pedro Roth contando anécdotas sobre el protagonista.
Hay una anécdota increíble. Pedro cuenta que en 1968 Federico Manuel ganó la beca Guggenheim, un dinero importante que desde 1925 otorga la Fundación por la Memoria de John Simon Guggenheim. Pero Federico Manuel no viajó a Nueva York para realizar el proyecto, que era el de construir una embarcación inflable que navegaría por los mares tocando los puertos del mundo anunciando las bondades del hombre y sus deseos de paz. Federico Manuel pidió que le manden el dinero a Buenos Aires. Qué hizo con la guita? Compró cuadros de sus amigos y se los regaló a familiares, grabó un disco, se hizo trajes a medida, e invitó a 25 amigos a disfrutar de un banquete en el Hotel Alvear de Recoleta.
Cuando los del Guggenheim le enviaron una carta preguntándole qué había hecho con los dólares, Federico Manuel respondió con otra carta en la que no ocultó ni los detalles. Hasta describe que después de la cena fueron a bailar a la boite África. En esa rendición de cuentas explicó el propósito artístico: la vida es una obra de arte, por lo que en vez de pintar una comida, di una comida. En clara alusión a La última cena, de Leonardo Da Vinci. La carta sigue: mi filosofía consiste en la frase: “siendo en el mundo”. Creo que la aventura del artista es el desarrollo de su personalidad, para obtener la constitución del yo. En una palabra: vivir.
Después del episodio con Federico Manuel, los de la fundación norteamericana no le pidieron más explicaciones sobre el destino de la beca a los artistas que la ganaron. Y dicen que la carta se exhibe en las oficinas de la fundación en Manhattan.
Leí por ahí que fundó una religión a la que llamó “Gánica”, que promovía “Hacer siempre lo que uno tiene ganas, creer en el gran despelote universal, no mandar, no endiosar nada, regalar dinero y dejar a Dios tranquilo”. Se podría escribir un libro de anécdotas sobre el genial Federico Manuel Peralta Ramos, a quien el propio Tato Bores en sus sketches trataba de incomprendido.
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