Paul McCartney se mató en un accidente automovilístico en 1966. El músico que todos conocemos, es un impostor. La primera vez que escuché ésta historia fue en Madrid, una noche de verano mientras tomábamos unas cervezas en un bar del barrio de Lavapiés, con mi amigo español Jesús Villegas. Jesús empezó a contar con irónicos detalles la teoría conspirativa que afirmaba que el verdadero Paul estaba muerto.

Todo empezó el 12 de octubre de 1969 cuando un oyente llamó al programa de radio del locutor Russ Gibb en una FM de Michigan, y el hombre al aire le dijo que el bajista de The Beatles estaba muerto, que en su lugar habían puesto a un tipo parecido, y que podía demostrarlo. Pidió que pasen el tema “Revolution 9” hacia atrás, y lo que se escuchó dejó a todos helados: el sonido de las llamas del infierno, voces confusas que parecían decir “Paul está muerto”, o la frase “excítame, hombre muerto”, se repetía una y otra vez. Esa fue la primera pieza de un efecto dominó que llevó a los fanáticos a buscar mensajes ocultos en los temas musicales, y portadas de los discos de la banda inglesa, para sostener y difundir uno de los rumores del rock más delirantes.

Delirante también fue la explicación sobre su muerte, publicada en un diario universitario llamado “The Michigan Daily”, que describía a Paul enojado después de una grabación con The Beatles en la madrugada del 9 de noviembre del 1966. El músico habría subido a su auto, mientras manejaba por Londres cruzó a una chica haciendo dedo, se detuvo, ella subió, avanzaron, cuando lo reconoció se le tiró encima cegada por el fanatismo, él perdió el control del vehículo, chocó contra un camión y terminó decapitado. 

Cuando el resto de la banda se enteró, hicieron un casting para buscar el reemplazo, encontraron a uno parecido que con ayuda de cirugías estéticas se pareció un poco mas, y hasta la voz tenía similar. El falso Paul se llama William Shears Campbell, y como era diestro tuvo que aprender a tocar con la zurda, como el fallecido.

Y si algo le faltaba a la conjura era el condimento político, porque dicen que los muchachos de Liverpool nunca contaron la verdad presionados por el servicio de inteligencia británico. Entonces, irreverentes, empezaron a dejar señales en sus discos. No solo en las canciones, también en las tapas.

El primer álbum publicado por The Beatles tras el supuesto accidente de tránsito fue “Sargent Pepper”, el 1 de junio de 1967. Allí aparecerían muchísimas pistas, entre ellas el bajo para zurdos hecho con flores amarillas que tiene solo tres cuerdas que representarían a cada uno de los músicos vivos. Pero la portada de “Abbey Road”, es para los fanáticos de ésta teoría, lo que la pintura “La última cena” de Leonardo Da Vinci, para los que creen que el artista dejó mensajes ocultos en el mural.

La foto de portada de 1969 muestra a los cuatro músicos cruzando la senda peatonal a pocos metros del estudio de grabación. Paul es el único descalzo. Una pista relacionada con la muerte? De derecha a izquierda aparecen John Lennon, vestido de blanco como un sacerdote, Ringo Star de negro como el funebrero que carga el ataúd, Paul McCartney que además de descalzo está con los ojos cerrados y lleva un cigarrillo en su mano derecha cuando se supone que es zurdo, y George Harrison de camisa y pantalón de jean en su rol de enterrador.

A centímetros de la melena de George, de fondo, se ve la patente alfanumérica de un Volkswagen Escarabajo blanco estacionado. En la impresión sobre la chapa se observa la combinación  28 IF, lo que muchos interpretaron como “si viviera tendría 28”.

Si bien el músico explicó que ese 8 de agosto de 1969 estaba descalzo porque hacía muchísimo calor, que tenía 27 años cuando se tomó la fotografía, y hasta el autor del artículo del diario universitario “The Michigan Daily” que contaba los detalles de su muerte aclaró que se trataba de una broma, y que para la mayoría de las “supuestas señales” ocultas existe una explicación… medio siglo después Paul, o el falso Paul, para no ofender a nadie, sigue desmintiendo ser un impostor. Vos, le crees? Sea quien sea, pobre Paul… Mejor, dejémoslo ser…