Que se decidiera en la Argentina hacer coincidir el regreso de la Democracia con el Día Internacional de los Derechos Humanos no fue casualidad, sino un intento de convertir al 10 de Diciembre en el mejor símbolo del consenso al que creíamos haber llegado: Nunca más aceptaríamos vivir en un país donde no se respetasen plenamente los Derechos Humanos o se violasen las reglas de la convivencia democrática.

Existen muchos motivos para celebrar 37 años después. Logramos mantener la Democracia en forma ininterrumpida, los Derechos Humanos tienen hoy un rol preponderante en nuestro día a día. Hay conciencia de la necesidad de promover el respeto, el diálogo y el intercambio para poder avanzar hacia una sociedad más inclusiva y libre de cualquier forma de discriminación.

Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos, la pandemia dejó en evidencia las tensiones políticas y sociales que aún subyacen, las que se recargan en prejuicios y en avasallar derechos. En ciertas jurisdicciones son alarmantes los niveles de pobreza, en especial en lo que involucra a niños, niñas y adolescentes, las desigualdades de género, y los límites en el acceso a la información, a la educación y a las nuevas tecnologías.

En este panorama, este 10 de Diciembre nos invita a releer el documento cuya sanción inspiró el Día Internacional de los Derechos Humanos: la Declaración Universal. Fue la ONU, que conmemora su 75° aniversario, la que procuró a través de estos 30 artículos dejar atrás los tiempos oscuros de la Segunda Guerra Mundial y sentar las bases para un mundo más humano, equitativo, inclusivo y que no deja a nadie atrás.

Derechos que en su momento implicaron un importante reconocimiento y entendimiento de su interdependencia, universalidad e indivisibilidad, siguen hoy vigentes e incluso se resignifican con el paso del tiempo. El principio de no discriminación, el respeto a la libertad, a la autonomía, a la identidad y la erradicación de cualquier tipo de violencia suponen el compromiso de la sociedad en su conjunto.

En esta lógica, desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires asumimos con orgullo nuestro carácter cosmopolita y multicultural, de manera de reafirmar siempre nuestra vocación en pos de la inclusión, la integración y el pluralismo; al respetar identidad de género, orientación sexual, religión, nacionalidad, y las capacidades diferenciales, ya que la fortaleza y madurez de una sociedad reside en reconocer la riqueza de la diversidad.

Este nuevo 10 de Diciembre se convierte en un recordatorio, en una necesidad y por supuesto en un símbolo que nos invita a la reflexión y a tomar a la Declaración Universal como la base para promover la cultura de la paz, el respeto, la dignidad y el entendimiento entre las personas y entre los pueblos.

Democracia y Derechos Humanos son parte de nuestra identidad política, su consolidación y ampliación es una tarea colectiva.

Pamela Malewicz es subsecretaria de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural del GCBA