Desde jovencita me tocó vivir ciertas situaciones que me foguearon para que me defina de qué lado iba a estar cuando malas cosas pasen. ¿Iba a ser del team de las depresivas crónicas o del extremo de las optimistas empedernidas? Obvio que ganó el que me daba la oportunidad de seguir intentando ser feliz todo el tiempo. Como una especie de “reset button”. Yo a pesar de vivir algo negativo sigo perfeccionando el proceso de vivirlo lo justo y necesario y, dar vuelta la página. Para poder seguir adelante con mi vida. Que es una sola. Que pasa rapidísimo. Que me gusta vivirla, experimentarla, disfrutarla y  sentirla. 

De pequeña me tocó experimentar con la muerte. Primero, mi abuelo materno a mis 4 años ya me dejó el corazón con agujeritos. A los 8, pude comparar. El medidor de los  malos momentos registró su primer pico de intensidad con la enfermedad y muerte de mi padre de 28 años.  Recalculé como pude. Me llevó unos cuantos años digerir su muerte, su cese de existencia física y mi rearmado existencial…  Me acuerdo como el día de hoy, cuando una noche desperté llorando con dolor de panza, me senté en la cama, me retorcí del dolor y me fui al baño y, al apretar la cadena miraba el agua correr y pensaba: Basta loco. Hasta acá me sentí mal.  Ya no quiero más esto. C’est fini!   Kaputt!

Recuerdo también dentro de lo desagradable, el hit de mi viaje de egresados de la primaria cuyo estribillo decía algo así como: “nadie se atreva a tocar a Griselda porque Griselda es lo mas grande que hay”, haciendo referencia al tamaño de mi culo que siempre fue grande solo que ahora cotiza en bolsa…

En fin los niños siempre llevan por las dudas esa cuota de crueldad y cinismos, que se normaliza y se justifica sólo por el hecho de ser niños, pero que a veces tan mal nos hacen y hasta nos pueden llegar a marcar a fuego.  Por suerte hoy es un poco está cambiando y se les enseña desde chiquitos a n discriminar a los demás y a l sentido de inclusión.  Cosa que me parece genial ya que la idea es ir, muy de a poco pero hacia una sociedad mas sana y respetuosa de los otros y de la diversidad de cada ser viviente.

Es que yo a pesar de las cosas malas vuelvo a intentar ser feliz y muuuchas veces lo logro. Más de lo que se imaginan… Ahora  ¿Es fácil? Para nada. ¿Vale la pena? Cada intento. Porque cuando te sale bien, te sale BIEN. Pero de nuevo, esa soy yo. Hay gente que no piensa así, que no ve esto, que lo ve pero elige otro camino, que se distrae, que no pone huevo…

Ahora a meses de cumplir 40 primaveras, como diría Steve, y con un listado importante de malos momentos. Me siento segura de cantarle un quiero retruco a la vida, ya que me banco orbitar sola o, mejor dicho, con mis  dos satélites que por brillantes y eruptivos, no dejan de ser peligrosos y arrebatadores.

Ahora soy un planeta estable con elenco estelar que demanda seguridad, paciencia, amor, intuición, astucia, persistencia y coraje nada más.

Y me festejo y me aliento a seguir por este camino que sé que es el correcto. Por eso, te digo a vos destino: La voy a pasar de puta madre en el camino con todos aquellos que me quieran acompañar y que vayan para el mismo lado. A esos familiares y amigos que están comprometidos con mi existencia y la de mis hijos y que nos regalan su amor, su tiempo y su cariño. Los celebro a todos por hacer nuestras vidas más lindas. Gracias.