Escuché la historia de Jonás cuando era muy chico, y mas allá del mensaje me impresionaba imaginar a la ballena tragándoselo, además de la desesperación del profeta durante esos esos días en la panza, hasta que lo vomitó sobre tierra firme. No me cerraba el cuento, era inverosímil. En mis pensamientos de niño me preguntaba: Dios era como Aquaman, que tenía poderes telepáticos y se comunicaba con las especies marinas? Por qué si Dios es bueno le va a pedir a una ballena que se trague a un hombre? Una ballena no come seres humano.   Se las comparto…

…Jonás fue tragado por una ballena como castigo divino. Según el Antiguo Testamento, Dios se enojó porque el profeta se negó a predicar en una comunidad pagana. Parece que a Jonás no le caían muy bien los vecinos de Nínive, que era una ciudad enemistada con Israel. Entonces se hizo el distraído, subió a un barco, navegó alejándose del destino que le había dado Dios, y cuando el todo poderoso se dio cuenta, desató una tempestad sobre la embarcación que estuvo a punto de naufragar. Los marineros culparon a Jonás, lo invitaron a empujones a tirarse al mar, y una vez en el agua la tormenta paró. Fue entonces que apareció la ballena y lo tragó.

Mientras estaba en el vientre, Jonás rezó, se arrepintió y alabó a Dios, quien después de dejarlo reflexionar sobre su desobediencia durante tres días y tres noches, se apiadó y le ordenó a la ballena que lo vomitara. Así Jonás cumplió con el mandato divino y le advirtió a los habitantes de Nínive que en 40 días serían destruidos por pecadores. Pero la profecía de Jonás no se cumplió porque los ninivenses se arrepintieron de su maldad y Dios los perdonó. Jonás se enojó por la clemencia de su Dios, y Dios le recriminó su falta de compasión. Así el relato bíblico de Jonás nos muestra a un Dios piadoso cuyo mensaje de salvación es para toda la humanidad.

Un día, una ballena se tragó a un tipo de verdad, y como Jonás, zafó. No fue atrapado por un castigo divino o por orden de Aquaman. Tampoco era un profeta. El Jonás del siglo 21 es un pescador que se llama Michael Packard, y sobrevivió para contarlo.

 Michael, buceaba en las costas de una península del estado de Massachusetts, en el norte de los Estados Unidos. Mientras nadaba en el Atlántico pescando langostas, el hombre dijo que de la nada sintió que “lo atropelló un tren de carga, y todo se oscureció”. Durante unos segundos no entendió lo que sucedía, pensó que lo había atacado un tiburón, hasta que comprendió que en realidad su cuerpo estaba siendo presionado por las poderosas fauces de una ballena jorobada.

En 30 años como pescador jamás habría creído vivir esa experiencia. Hacía lo imposible para salir pero no lo lograba, entonces pensó resignado: es el fin. Su única esperanza era que el cetáceo lo suelte y que el oxígeno del tanque no se acabe. Michael contó que “cuando fue tragado se desprendió el regulador de oxígeno de su boca, pero se lo pudo colocar rápidamente”.

En la entrevista que le brindó a un canal de televisión australiano, contó que sentía todos los músculos duros de la ballena a su alrededor, y como las mandíbulas aplastaban sus piernas, que intentó mover para hacer palanca y salir nadando fuera de la boca. Pero nada funcionaba. Aseguró que “estaba convencido de que era hombre muerto. Solo podía pensar en sus hijos, en su encantadora esposa, y en su madre”. “Es así como te vas a ir, Michael, esto apesta”, se dijo ante la inminencia del fin.

Mientras se entregaba a la fatalidad, algo cambió. La ballena comenzó a subir hacia la superficie del mar, se movía violentamente, y Michael se dio cuenta que estaba tratando de deshacerse de él. Recuerda que de pronto se sintió liviano, en el aire, y fue arrojado hacia un lado. Estaba libre, tendido sobre la superficie del océano mirando al cielo, entonces pensó: “Dios mío, salí de ahí, salí de eso. ¡Estoy vivo! No importa cómo estaré de lesionado, no voy a morir dentro de una ballena”. El buzo solo había sufrido una distensión en los tendones de la rodilla.

Si bien su esposa le sigue rogando que deje el buceo, él le contesta que bucear es su vida, la pesca es su vida. Durante las semanas que llevaba de recuperación confesó que se estaba volviendo loco sin pescar, y que ni bien la rodilla se lo permita, se meterá otra vez al agua.

Las ballenas andarán cantándose historias como las contadas por los humanos? La que atrapó a Michael mientras pescaba, conocería la anécdota sobre aquella vez que un antepasado se tragó y vomitó a un tal Jonás? La milenaria ballena habrá sido considerada loca cuando contó en el mundo submarino, que recibió una orden misteriosa para que se tragase a un tipo? Qué lástima que aún no podamos “cantodialogar” con las ballenas.