Los seres humanos hemos creado historias comunes para intentar comprender al mundo y darle sentido a nuestra existencia. De aquellos primitivos homo sapiens aún conservamos eso de mirar hacia el cielo, al que habitamos de dioses, para encontrar respuestas a preguntas inquietantes como “de dónde venimos y hacia dónde vamos”. Así nacieron los mitos, las religiones… Todas son historias, todas.. Hasta los existencialistas que no son dioses ni creen en ellos, también construyeron su historia para explicar el sentido de la vida…

De chiquita en Moscú, Svetlana Savítskaya, levantaba la mirada hacia el cielo buscándole sentido a su vida… y lo primero que descubrió fue un sin sentido. Notó que el reino de las alturas no estaba gobernado por dioses, sino por hombres de carne y hueso. Y ella que había nacido mujer en 1948, no jugaba con las muñecas como sus amiguitas, prefería poner a prueba modelos de planeadores mientras soñaba que volaban a gran velocidad, ahí arriba donde siempre miraba.

En la Rusia comunista de la guerra fría no había lugar para las nenas que tenían sueños de nenes, y menos si tu padre, como el de Svetlana, había sido un héroe comandante de las defensas aéreas soviéticas. Pero la pasión por el cielo que tanto quiso derribar el militar, no hizo más que aumentar la rebeldía de la adolescente que a los 16 años ya practicaba paracaidismo sin su consentimiento. Eran los fervorosos años de la carrera espacial entre norteamericanos y soviéticos, en la que los rusos terminaron poniendo al primer hombre en el espacio en 1968. 

Al mismo tiempo Svetlana corría su propia carrera contra el machismo espacial. Logró tres récords mundiales en saltos desde la estratosfera y quince en saltos desde aviones a reacción. En el ´72 ingresó al Instituto de Aviación de Moscú donde aprendió a pilotar mas de veinte tipos de aviones, y por sus logros y reconocimientos, a finales de esa década se podía considerar la zarina soviética de los cielos. Pero sentía que siempre iba un paso atrás de los hombres…

Todo cambió en 1980 cuando formó parte de un grupo de mujeres cosmonautas y dos años mas tarde estaba volando en un cohete. Svetlana no pasó a la historia por ser la primera mujer en observar al planeta desde el espacio, sino por convertirse en la primera mujer que realizó una caminata espacial.

Fue un 25 de julio de 1984, cuando durante 3 horas y 35 minutos puso a prueba su talento, concentración y valentía mientras hizo trabajos de montaje, cortes de metal y soldaduras en la estación espacial rusa. Tenía casi 36 años.

Por sus vuelos espaciales recibió dos veces el título Héroe de la Unión Soviética y también en dos oportunidades la Orden de Lenin, los reconocimientos mas altos para ciudadanos rusos.

Después del primer viaje Svetlana dijo: “Tras ese vuelo ya nadie tenía preguntas. Nadie decía que la cosmonáutica era exclusivamente para varones. Ya no se atrevían a decirlo, aunque no a todos, por supuesto, les gustaba”.

Los seres humanos hemos creado historias comunes para intentar comprender al mundo y darle sentido a nuestra existencia. Svetlana Savítskaya le dio sentido a su existencia luchando contra estereotipos machistas fuertes como la ley de la gravedad, y lo hizo con tanta convicción que cruzó los límites del cielo, y desde el espacio esa estrella roja brilló tanto que nos dio una lección de igualdad de género histórica. Una lección que, como ella destacaba, por entonces a muchos no les gustaba y aún hoy no les gusta. Una lección que debiéramos internalizar para comprender y vivir en un mundo mejor al que hemos contado y creado, a través de historias sobradas de sinsentidos.